samedi 5 septembre 2009

Carta de César Indiano, escritor y dramaturgo hondureño, a Hugo Chávez

Domingo, 23 de agosto de 2009

Carta urgente para Hugo Chávez:

Señor Hugo Chávez Frías…

Estimado señor Chávez:

Quien le escribe es un modesto intelectual hondureño que ha participado indirectamente en el derrocamiento de Manuel Zelaya Rosales el 28 de junio del año en curso. Mi participación consistió en mantener una actitud crítica responsable a través de los periódicos hacia todas las actuaciones irregulares de un gobernante que perdió el juicio hasta que se derrapó. .. Según dice la gente, por culpa suya…

Los detalles de estos acontecimientos son ahora universalmente conocidos y de pronto mi pequeño país ha quedado inmerso en una zozobra política sin precedentes. Para mucha gente, usted es el principal responsable de toda esta catástrofe y cuando le hablo de “mucha gente” me refiero a personas valiosas y buenas que ocupan posiciones honorables en toda la escala social, política y económica de un país que usted se negó a conocer cuando tuvo la oportunidad. Está demás explicarle que mi país es pobre y defectuoso – yo mismo he mantenido una implacable labor de crítica hacia las imperfecciones de mi patria – pero aun dentro de su penuria, todo país es capaz de reaccionar con valentía cuando está en juego la auto determinación, una palabra que usted utiliza con mucha frecuencia en casi todas sus presentaciones públicas.

Al igual que Venezuela, Honduras ha vivido procesos críticos y penosos en la búsqueda de un destino mejor y si nos atenemos a los hechos, creo que hemos fracasado ¿por qué no hemos hallado la fórmula propia de vencer nuestro subdesarrollo común? Es algo muy difícil de contestar. Al igual que usted, durante mucho tiempo creí que la única causa de la carencia era la injusticia económica. Esa injusticia que los expertos en marxismo descifran como inequidad en el reparto de las utilidades, aprovechamiento alevoso de los recursos, enriquecimiento desproporcionado y lucro desmedido de los privilegiados. Yo no soy quien para asegurar que esto no sea cierto y es muy probable que usted, por ser un político experimentado, tenga mejores argumentaciones para defender este enfoque de los hechos. Yo tan sólo le puedo decir que independientemente de cuales sean las causas de la pobreza que padecen nuestros países, es nuestro deber explorar con tenacidad cuales son las soluciones más inteligentes y más atinadas. Soluciones en las cuales podamos participar todos sin necesidad de recurrir a doctrinas exóticas y problemáticas.

Aunque usted no vive en Honduras ni en Nicaragua, le juro que estos dos países han seguido paso a paso todas sus maniobras políticas desde que se convirtió en presidente de Venezuela, tanto las acertadas como las erradas. Mentiría si le dijera que usted no ha despertado esperanzas genuinas en miles de personas que viven debajo de la línea de dignidad que todo ciudadano merece. Sería deshonesto de mi parte no reconocer que detrás de sus continuas recriminaciones hay un reclamo, un anhelo de justicia, un deseo de mejorar las cosas… sin embargo señor Chávez, tiene que admitirlo, usted ha optado por una actitud políticamente errónea además de inoportuna. Una actitud confrontativa e innecesaria pues millones de personas reconocen en usted a un gobernante inteligente y sensitivo. La mejor evidencia de esto que digo son las dos elecciones que usted ha ganado en su propio país… pero ¿cómo interpreta usted la confianza que los electores le demuestran en las urnas? ¿Acaso cree que el triunfo electoral es una carta blanca para humillar y denostar a los adversarios? Reflexione por un momento y piense que desde su posición – una posición que para miles de políticos venezolanos solamente es un sueño – usted tiene la oportunidad de realizar todos los cambios que Venezuela siempre estuvo añorando. Pero estos cambios señor Chávez, se volverán cada día más imposibles si usted insiste en utilizar el poder como una oportunidad para perseguir a sus compatriotas, para insultar a sus adversarios y para denigrar a sus colegas…

Todos los venezolanos – independientemente de si estén o no de acuerdo con usted – cambiarían de opinión si les explicara educadamente cuales son sus objetivos y sus propósitos de estado. Si en vez de perseguir a los empresarios más exitosos y florecientes de su país, usted los hiciera parte de sus proyectos, le puedo asegurar que la mayoría acudirían al llamado. Nadie, ni el más rico ni el más pobre, querrían perderse la oportunidad histórica de ser parte de un Proyecto de Nación en el cual cada ciudadano aportaría lo mejor de sí. Usted dirá “esto es imposible” y yo le respondo “¿qué pierde con intentarlo?”.

Probablemente no se ha percatado de la oportunidad que tiene en sus manos para colocar a Venezuela en la cumbre de su progreso económico y político. Usted lo tiene todo, entiendo que Venezuela es un país inagotablemente rico en recursos y en virtudes productivas. Por las cosas que he leído a la distancia, Venezuela es un país hermoso y espléndido que a pesar de los saqueos históricamente documentados, sigue siendo la “tierra de gracia” que describieron los primeros cronistas que arribaron el golfo de Paria. Eso quiere decir que nada se ha perdido, eso quiere decir que en vez de alimentar los rencores mirando hacia el pasado, usted puede alimentar la esperanza de todos los venezolanos mirando hacia el futuro. Todo el tiempo que usted gasta en saldar cuentas con el pasado, es el tiempo que les roba a todos aquellos venezolanos que diariamente sueñan con un futuro. Sin embargo señor Chávez, dicho futuro será cada día más incierto si usted desperdicia el recurso más importante de su nación: la gente. Es la gente y no el petróleo el arma secreta para el desarrollo de Venezuela. La gloria nacional señor Chávez, no se alcanza con los yacimientos de bauxita, hierro y gas natural… sino, con las ideas, los sentimientos y la imaginación de todos los habitantes sin anteponer las diferencias. La veta más cara, rica y poderosa de cualquier país es su gente…confíe en esto que le digo y dentro de poco tiempo me dará la razón…

Por muy fuerte e invencible que usted se sienta, no conseguirá transformar positivamente a su país si no cuenta con la participación activa de la gente. Pero amplíe su concepto de la gente, ábrase a una dimensión política más genuina y más original, piense que toda la gente sirve y que toda la gente vale. No subestime a los pobres y no desprecie a los ricos. Libérese de los prejuicios ideológicos y escuche con atención las ideas de su propio pueblo. No premie la mediocridad ni permita que lo adulen, no se fíe de los aplausos ni castigue a las personas que lo cuestionan. No responda a los insultos ni a las provocaciones pero póngale mucha atención a todas aquellas voces que gentilmente lo critican. Recuerde que usted ostenta el cargo más importante de su país y el primer y más elemental deber de un gobernante que se precia de serlo, es llevar el cargo con altura. No amenace a sus compatriotas y no confíe en el poderío de las armas. No cultive la enemistad y no se vuelva un promotor de discordias, todo lo contrario, cultive la amistad con todos los venezolanos independientemente de su posición económica. Recuerde que todas aquellas personas que tienen recursos pueden volverse parte de su Proyecto Político si usted los integra como aliados y no como enemigos. No vea la prosperidad del otro como un pecado capital, sea inteligente, y véalo como una fortaleza. No suponga cómo es la gente, mejor póngala a prueba a través de desafíos y tareas concretas…

No descarte ni minimice la inteligencia de la clase próspera pues corre el riesgo de malgastar ideas y conocimientos de personas calificadas, buenas y honorables… ¿recuerda cuando usted era pobre? Es algo que uno nunca olvida y se lo digo con conocimiento de causa, por entonces usted no pensaba ni remotamente que llegaría a ser el presidente de una de las naciones más pródigas de América Latina. Cómo lo consiguió ¿lo hizo con dinero? Usted sabe perfectamente que no. Usted llegó al poder porque hizo valer su derecho legítimo de participar en una contienda democrática.

La democracia le demostró que un hombre sin recursos económicos como usted, si sabe ganarse el corazón de la gente, puede acceder al cargo más grande que puede otorgar una nación. Si la democracia se fundamentara en el dinero usted no sería el presidente de Venezuela, entonces señor Chávez ¿Por qué desconfiar de la democracia? ¿No le parece un acto de ingratitud y deslealtad a los principios democráticos utilizar el honroso puesto que usted ostenta para derrumbar, irreverentemente, la plataforma institucional que hizo posible su victoria política? ¿O es que la democracia es buena cuando favorece nuestros propios intereses y mala cuando favorece a los demás?… en vez de minar y carcomer la democracia a través del monopolio partidario, usted tiene la oportunidad de fortalecerla, perfeccionarla y consolidarla. Renuncie a sus intereses personales, huya de las tentaciones socialistas y desista de las imposiciones unilaterales.

Honre la democracia permitiendo la diversidad de opiniones, fomentando los debates civilizados, estimulando la inteligencia política y combatiendo la continuidad presidencial. Sirva de puente para que todos los ciudadanos inteligentes y brillantes le ganen la partida a los mediocres. Propicie el clima para que la gente no vea en el dinero el único camino hacia la trascendencia. No permita que nadie, ni ricos ni pobres, conciban el gobierno como una tómbola. Todo lo contrario, haga que cada ciudadano asuma con seriedad las obligaciones que conlleva la democracia, porque nadie es demasiado rico para creer que no tiene deudas con la patria y nadie es demasiado pobre para evadir los deberes con su propia nación. Recuerde señor Chávez que usted está al mando de la patria de Bolívar. Todos los grandes estadistas venezolanos que gobernaron antes que usted, trabajaron con tenacidad por hacer prevalecer el derecho y por crear los cimientos de una civilización futura. Ellos hicieron a un lado sus obsesiones personales y trabajaron con firmeza por el bien y el porvenir de una nación. Revise con paciencia el legado de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Antonio Guzmán Blanco, Eleazar López Contreras, Rómulo Betancourt y todos aquellos venezolanos insignes que le dejaron pistas escritas para afrontar los momentos de oscuridad en el futuro.

Si abre su mente, descubrirá que aun aquellos dictadores de ingrata recordación dejaron algunos aportes positivos en la construcción de Venezuela. Al final podrá reconocer que un país se construye con los ladrillos de la gloria y con la argamasa de las tragedias. La inteligencia del político moderno, señor Chávez, no consiste en remover los sombríos sentimientos del pasado, sino, en vislumbrar el espléndido horizonte del futuro. ¿Cómo se imagina a Venezuela dentro de 40 años? ¿Gobernada irreparablemente por usted? ¿Cree, sinceramente, que usted se encuentra gobernando la Venezuela que soñó Bolívar?

¿Cree, señor Chávez, que la memoria de Simón Bolívar y Francisco Miranda se enaltece y se honra siguiendo los dogmas decadentes de Marx y Lenin? ¿Ha echado al olvido el glorioso Discurso de Angostura pronunciado por Bolívar el 15 de febrero de 1819? ¿Ya olvidó que el Libertador de Venezuela afirmó “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente”?

En lo personal no tengo nada en contra de los pensadores insignes del marxismo europeo. Pero si usted me pusiera a elegir entre Morazán y Lenin yo me quedo con Morazán por dos razones bien sencillas. La primera es porque yo soy compatriota de Morazán. Si alguna vez vuelve a Tegucigalpa con una actitud más amistosa, yo mismo podría servirle de guía para indicarle dónde nació, donde creció y porqué luchó nuestro paladín. Y la otra razón – tal vez la más importante –Morazán nos dejó un inagotable legado de ideales y luchas basadas en el respeto hacia el otro. Morazán señor Chávez, es el héroe centroamericano que salió victorioso en catorce batallas por el sueño federativo y hasta el día de hoy no se conoce ningún acto de crueldad, irrespeto o abuso contra sus contrincantes. De la boca de Morazán jamás salió un insulto contra nadie. Todo lo contrario, la fama de su grandeza, su ilustración y de su piedad aparece documentada en casi todas la memorias escritas de sus principales adversarios, porque enemigos, nunca tuvo. Es muy probable que las ideas marxistas sean más avanzadas que las de Bolívar y Morazán pero recuerde señor Chávez que estas ideologías modernas se volvieron reprensibles no porque fueran malas, sino, porque estaban inspiradas en el despojo y en el desquite. Afortunadamente no nos tocó a nosotros – hablo de Honduras y Venezuela – experimentar innecesariamente un sistema de ideas que fracasó rotundamente en Europa.

Europa pagó con sangre todos los experimentos socialistas y comunistas que la descuartizaron en el siglo XX cuando muchas naciones se convirtieron en laboratorios políticos de ideologías inflexibles ¿qué necesidad tenemos nosotros señor Chávez de reiniciar vendettas del pasado? ¿Tenemos tiempo y recursos para verificar si en verdad “la tierra es redonda”? Al fin de cuentas nosotros no escribimos ni rescindimos esas teorías divisionistas que llegaron a la intolerancia en los territorios muertos de la anarquía. Entienda que todos los pueblos latinoamericanos están clamando por un futuro y usted es un importante protagonista de ese futuro. No se aferre a ideas viejas y sacúdase todos los esquemas políticos extremistas. No cultive la venganza, mejor fomente la esperanza…

América Latina es capaz de crear una propuesta suprema sin necesidad de acudir al odio clasista. América Latina puede formular su propio ideal de desarrollo sin necesidad de ofender a ningún rico y sin necesidad de humillar a ningún hermano. Somos el continente nuevo y para guiarlo se necesita un pensamiento nuevo, no le pongamos envoltura a las malas ideas promoviendo un “Nuevo Socialismo”. Desde esta carta sencilla y solitaria, yo lo invito para que trabajemos incansablemente por un ideal latinoamericano inspirado en nuestras propias necesidades y en nuestras propias realidades. Las semillas de dicho ideal ya fueron esparcidas en nuestras naciones por Bolívar, Morazán, Sucre, Vasconcelos, Miranda e inclusive por todos aquellos que ayer dieron la vida en nombre de las utopías fallidas. Vuelva la vista sobre los insignes escritores venezolanos y vuélvase promotor incansable de sus ideales y sueños. Vuelva a ser aquel hombre confiable que hablaba de democracia y de respeto a la propiedad ajena. Vuelva a ser aquel luchador convencido que revivía la esperanza en los más desamparados, recupere su identidad de venezolano digno y ya no permita que la prensa lo denigre. Profundice en la cordura que ha demostrado cuando ha comparecido ante periodistas célebres como Bárbara Walters, Patricia Janiot y Marta Harnecker.

En vez de promover el socialismo del siglo XXI, promovamos la Democracia del Siglo XXI. Perfeccionemos el capitalismo y convirtamos la libertad de mercado en una libertad de oportunidades. Promovamos la competencia limpia, la productividad y el desarrollo en un marco de respeto recíproco donde la prosperidad de los individuos sea directamente proporcional con su desempeño. Nosotros somos todo oídos, díganos cual es el género de capitalismo que usted imagina y si nos persuade le aseguro que nadie se saldrá del camino trazado. Pero háblenos con claridad y donaire y no con insultos e invectivas…

No estamos en la búsqueda de un modelo perfecto, sino señor Chávez, en la búsqueda de un modelo correcto. Todos los habitantes del mundo conocemos los defectos del capitalismo pero hay dos bondades innegables que lo han hecho perdurar: su devoción por el mérito y su ciega vocación por la libertad y la diversidad. Todos los modelos producen pobreza y propician los privilegios porque todos los modelos se realizan con humanos, pero al menos podemos elegir aquel sistema político donde la pobreza sea una libre opción y donde la riqueza sea una recompensa labrada con esmero. Una forma de vida donde la pobreza sancione al perezoso y donde la prosperidad bendiga al industrioso, una forma de gobierno donde los más activos y los más laboriosos guíen e inspiren a los menesterosos. Estreche amistad fraterna con los países ricos y cuando sea necesario pida ayuda con humildad. Sea curioso al límite de la ingenuidad y atento sin reservas. Renuncie a los insultos y a las malas relaciones con los países prósperos y jamás permita que sus homólogos lo subestimen. Nunca pierda de vista que usted representa a 29 millones de venezolanos y todo lo que diga o haga, eleva o hunde la dignidad de todos sus coterráneos. En otras palabras, desde el día en que usted fue elegido presidente de Venezuela, su bienestar y su interés pasó a un segundo plano porque el primer plano corresponde al glorioso interés de la nación. Pero la nación está constituida por 29 millones de venezolanos y no solamente por aquellos ciudadanos que lo aplauden y lo vitorean…

Yo le puedo garantizar que ningún país y que ningún gobernante le va negar ayuda si usted la solicita con educación y cordialidad. Ningún homólogo le va dar la espalda si usted cultiva la concordia y el mutuo entendimiento entre las naciones. Deje a un lado sus prejuicios y sus temores y hágase amigo de Barak Obama. Lea detenidamente su libro “La audacia de la esperanza” y comente su contenido con interés sincero. Invítelo a Caracas y llévelo a pasear por la Faja del Orinoco. Expóngale sus ideas, sus proyectos y comparta sus sueños en un clima de altura y fraternidad. Regálele el mejor cuadro de Arturo Michelena, dígale que tiene interés en traducir al inglés todos los libros de Rómulo Gallegos, Andrés Bello, Vicente Gerbasi, Gonzalo Picón, Rufino Blanco Fombona, Andrés Eloy Blanco etc… e inundar las escuelas norteamericanas con el tesoro pensativo de Venezuela. Dígale que estamos deseosos de conocer a fondo el legado intelectual de John Adams, de Benjamín Franklin, de Abraham Lincoln, de John F Kennedy y de todos los célebres estadistas norteamericanos que un día abandonaron sus granjas para unirse al proyecto de construir una nación floreciente. Déjese cautivar por la amistad y descubrirá que son más las cosas que nos unen que las causas que nos dividen. Al igual que usted, Barak Obama es un ejemplo notable de cómo la inteligencia supera al dinero y de cómo la perseverancia educada vence al escepticismo ignominioso.

Al igual que usted, el señor Obama debe lidiar día a día no sólo con los obstáculos internos de una burocracia metódica sino también con las presiones externas de un mundo que ha convertido a los Estados Unidos en el culpable universal de todas las penas. Exprésele su admiración por las cosas grandes y admirables que usted reconoce en esa gran nación y no guarde resentimientos con aquellos aspectos que no vienen al caso. Tome distancia, prudentemente, de todos los déspotas pero no pierda la oportunidad de hacerlos cambiar a través del buen trato y la persuasión. Aproveche su cercanía con Kim Jong II, Mahmoud Ahmadinejad, Rafael Correa y Daniel Ortega. Todos estos gobernantes necesitan hacer cambios distinguidos en sus propias naciones y por esa razón han acudido al llamado de la Alianza Bolivariana para las Américas.

Sin embargo usted no ha sabido sacar el mejor provecho de su liderazgo porque ha utilizado dicho acercamiento para alimentar rencores y para sembrar discordias superfluas. Que tal si da un giro, que tal si usted se convierte en el promotor de una alianza americana para la democratización y el desarrollo latinoamericano. Qué tal si usted lanza puentes de armonía y comunicación entre Venezuela y todos los países de la región, que tal si Hugo Chávez se convierte en el continuador del proyecto bolivariano… ¿Recuerda que Bolívar creía en la Gran Colombia? Mientras Bolívar vio en Colombia el fermento de una liga de naciones libertarias y florecientes, usted, tal vez sin quererlo, ha propiciado hostilidades y ha profundizado las diferencias con el país más cercano de Venezuela: la antigua y venerable Cundinamarca ¿Sabía que Morazán también soñó con la patria grande de Centro América? ¿Qué le parece si dejamos de lado los odios y los desquites y trabajamos de forma conjunta para darle seguimiento a las grandiosas tareas que nos legaron nuestros próceres?

Usted sabe más que nadie que Cuba es un país políticamente desactualizado. Sabe con conocimiento de causa que el modelo revolucionario del señor Fidel Castro ya cumplió su vida útil y que el mundo entero celebraría con entusiasmo que la dirigencia cubana convocara a elecciones libres y democráticas para el 2010. Sólo existe una persona en este mundo que podría convencer al señor Fidel Castro de permitir este evento excepcional, usted. Usted debe persuadir al señor Castro de que tiene la opción de inmortalizarse como héroe o de morir como autócrata. Usted es el único político que tiene posibilidades de convencer al señor Castro para que se despida de su pueblo de forma gloriosa… ¡convénzalo a tiempo, no permita que su amigo muera con el cargo nefando de dejar un país sin esperanza!… luche señor Chávez por la democracia, trabaje por la democracia, confíe en la democracia. Porque la democracia jamás ha estado en su contra. Vaya a Cuba antes de que el señor Castro expire, acérquese al oído de su amigo y dígale “Querido Fidel, llegó la hora, convoque a elecciones libres para el 2010 y no se preocupe por el juicio de la historia, yo, con mis propias manos me encargaré de cerrarle los ojos y honrarlo en el momento final”…



En definitiva señor Chávez…



Aproxímese con cautela y respeto a los países pobres como el mío. Recuerde que la pobreza extrema no sólo produce hambre y padecimiento material – eso es lo de menos – produce en mayor medida, desesperación, ira e incultura. Remediar la pobreza conlleva muchas tareas simultáneas y va más allá de repartir mesadas y frazadas bajo el manto del amparo estatal. No es bueno confundir la caridad con el desarrollo, recuerde que la caridad es la obra pía de las iglesias y las organizaciones de ayuda humanitaria. El tema central de los políticos serios debe ser el Desarrollo Económico basado en la productividad y el trabajo… yo no veo otra alternativa. Cuando usted buscó nuestra alianza fiándose de un político imprudente como Manuel Zelaya Rosales cometió el mismo error que usted ha estado cometiendo en Venezuela: subestimó y marginó a las clases productivas, intelectuales y profesionales de nuestro país. Basó su proyecto en la ciega euforia popular y esto trajo como consecuencia un cisma ideológico que Centro América y especialmente Honduras ya había superado…

Usted sabe perfectamente que Centro América, a diferencia de Sudamérica, fue un sangriento campo de batalla durante casi dos décadas (1970- 1990). En este período de tiempo nuestras pequeñas naciones alcanzaron tal de nivel de polarización que nos vimos obligados a pactar capitulaciones con la intervención de figuras neutrales que nos obligaron a firmar pactos de paz y treguas supra nacionales. Lo invito a escudriñar el Acuerdo de Paz firmado por los grupos armados salvadoreños en 1993, los acuerdos de Esquipulas, los convenios del Plan Trifinio, los acuerdos del Grupo Contadora y muchas otras plataformas diplomáticas que nos permitieron avanzar hacia una paz concertada relativamente sólida y teóricamente imparcial.

En los últimos 20 años todos los países centroamericanos trabajaron con metas y propósitos sincronizados y con una misma visión: consolidar la democracia después de la fatiga política provocada por las guerrillas y las distensiones ideológicas de las décadas recientes. Esto conllevó integrar en los procesos eleccionarios a los partidos de izquierda y así la UD (Unificación Democrática de Honduras) participó por vez primera en una contienda política convencional. Asimismo el FMLN en El Salvador pudo consolidar un tablado político competente que lo puso de cara a un triunfo político ¿ya ve que la democracia sí permite la participación de los cuadros izquierdistas?…pero la democracia nos obliga a ser competentes, a tener un discurso convincente y a posibilitar debates mutuamente respetuosos. Hay que dar obligatoriamente estos pasos, caso contrario, apelamos a la barbarie que según nosotros ya estaba superada.

Aunque los resultados de la UD (Unificación Democrática de Honduras) aun no son satisfactorios en términos de masificación electoral, creo que es una ventana importante para promover “modelos socialistas” con un lenguaje civilizado, correcto y creíble. Pero cuando usted estableció relaciones directas con el señor Zelaya Rosales – para promocionar el Socialismo del siglo XXI sin consultar con los demás sectores que constituyen nuestra sociedad – equivocó los canales de comunicación, mal interpretó nuestra modestia, fracturó los acuerdos ístmicos y esto trajo graves consecuencias que no hace falta redundar. Ahora, gracias a su desatino político estamos otra vez en el comienzo…el odio ha vuelto a señorear en nuestras plazas y avenidas con nuevos bríos y con sus viejas vestimentas…

Creo que su inclinación a sacar partido de las debilidades ajenas lo conduce, casi siempre, a crear climas de hostilidad y desconfianza en unas naciones que aun no han olvidado los traumas de las confrontaciones recientes. Algo más interesante que aprovechar las debilidades ajenas, señor Chávez, es vigorizar las fortalezas de los demás. Usted nunca quiso ver nuestras fortalezas y jamás mostró interés por nuestras virtudes. Somos un pequeño país que tiene su propia historia, su propia personalidad y sus propias leyendas. Estas leyendas íntimas que definen nuestro temperamento patrio, se lo digo con pena, son principalmente desconocidas por los pobres porque la más penosa característica de la pobreza es el desconocimiento de la propia historia: trate de recordar cuando usted era pobre y comprobará que comida siempre conseguíamos, pero que el apetito por el conocimiento jamás fue saciado…

Sin embargo, usted y casi todos los políticos de este mundo se muestran infortunadamente contaminados por viejas ideologías maniqueístas que profesan la maldad del rico y la bondad del pobre… cuente hasta diez y dígame ¿esto es verdad? ¿Todos los pobres son buenos y confiables? ¿Todos los ricos son malos y repudiables?… Usted podría argumentar que la política no pasa por la criba de las estimaciones morales pero yo le podría responder: la astucia para manejar la ira de los indefensos no es un rasgo de valentía sino de debilidad. Usted puede hoy señor Chávez, ser para los pobres un ejemplo de éxito positivo o un modelo de conducta negativo. Si elige lo segundo entonces todos los pobres que usted protege y reivindica quedarán desamparados cuando usted deje la presidencia – pues tarde o temprano tendrá que dejarla – pero si opta inteligentemente por lo segundo el pueblo reconocerá en usted al gran reformador de la política venezolana, y por qué no, latinoamericana.

Nosotros tendríamos acceso a las grandezas de Venezuela si usted no basara nuestra relación en las debilidades recíprocas. Si en vez de hacer énfasis en las miserias comunes, basáramos nuestras relaciones en las noblezas mutuas entonces todo sería posible y todo sería practicable. Si usted cambiara de actitud y creyera que un pueblo no se valora con la báscula del dinero sino por el tesoro infinito de su pensamiento, Honduras se hubiera abierto de par en par hacia sus idearios. Pero usted solamente montó un puente de hojalata tendido sobre la ambición y el oportunismo gubernamental y jamás nos ofreció la grandeza de Andrés Bello, Rómulo Gallegos, Blanco Fombona, Moisés Moleiro, Simón Rodríguez, Antonio Lauro, Baruj Benacerraf, Cristóbal Rojas, Conny Méndez, Jacinto Convit, Ramón José Velásquez, Luis Miguel González, Juan Lovera, Aldemaro Romero o Arturo Michelena…Su involuntario desinterés por las grandezas de su propia tierra, lo lleva a suponer que los demás seremos conquistados con diamantes, bauxita y petróleo…

Usted aprendió en poco tiempo lo que nosotros sabemos desde hace muchas décadas, que Honduras y Nicaragua son países pobres, pero usted no se dio cuenta que nuestra pobreza no se puede remediar con mentiras ni con espejismos. Si la mentira fuera efectiva – no le quepa duda señor Chávez – desde hace mucho tiempo nos habríamos convertido en naciones prósperas. Como puede ver, hasta las buenas intenciones pueden echarse por la borda cuando vienen envueltas en el oropel de la solidaridad estatal desaforada. La verdad de las cosas señor Chávez, es que la pobreza no es más que el pretexto oficial para todas las demagogias políticas que se practican en América Latina. No sólo usted actúa en nombre de los pobres, revise con cuidado el discurso de todos los políticos y escudriñe las motivaciones de todas las dictaduras y de todas las tiranías así de izquierdas como de derechas… Entonces comprenderá que el discurso de “la redención de la pobreza” se convirtió en el caballito de batalla de todos los líderes y reformadores que carecen de imaginación y de sensibilidad: de gobernantes que evaden las tareas y las responsabilidades reales de nuestras naciones para dedicarse al servilismo derrochador. Y lo más impresionante, es que sin hacer cambios en el discurso, todos los políticos al final resultan victoriosos. Pero a la vez revise los discursos más atesorados del pensamiento político venezolano y centroamericano y comprobará que nuestros próceres más insignes, que nuestros hombres más ilustres, jamás vieron el pueblo como el instrumento corrosivo para el logro de campañas personalistas e infames.

Jamás vieron en la gente, sobre todo en la más marginal, el viaducto expedito para consolidar tiranías mayoritarias. Todo lo contrario, Francisco Miranda, Francisco de Paula Santander, Francisco Morazán, Simón Bolívar, visualizaron el pueblo como la fuerza gloriosa y sagrada que posibilita la justicia y la democracia a través del debate civilizado. Ellos no mimaron al pobre ni privilegiaron al rico, ellos trabajaron sin descanso para que cada ciudadano independientemente de su condición económica, social o académica, asumiera responsabilidades reales y concretas con el deber y con el derecho. A diferencia de usted, muchos de estos hombres memorables fueron aristócratas ilustrados, pero cuando tuvieron la oportunidad de gobernar al pueblo se comportaron como estadistas magnánimos. Ellos no basaron sus gobiernos en el rencor ni en los rabiosos recuerdos del pasado, ellos no se convirtieron en verdugos de ningún conciudadano y trabajaron sin descanso para cimentar un gobierno de leyes. Ellos no abolieron ninguna ley y no subestimaron la grandeza de ninguna constitución, simplemente se concentraron en hacer posible un marco jurídico que demarcara los límites de la soberanía, el respeto y la convivencia civilizada de todos los habitantes.

En otras palabras, dejaron el terreno listo y preparado para que nosotros nos encargásemos de trabajar por el alcance de la anhelada prosperidad. Yo le pregunto ¿estamos honrando con nuestros actos la memoria de Simón Bolívar? ¿Le parece correcto anular las constituciones de nuestras naciones para confeccionarse una que se amolde al interés sectario? ¿Es lícito redactar una constitución que apañe privilegios desequilibrados?… ¿a usted le parece correcto y justo conculcar el derecho de una minoría aduciendo preferencia por las mayorías? Respóndame sinceramente ¿cree en realidad que las mayorías siempre tienen la razón, que nunca se equivocan, que jamás se confunden?…no señor Chávez, usted sabe perfectamente que no es así. Y lo sabe porque usted fue pobre.

La democracia es un concepto más amplio y más interesante. La democracia de la que le hablo no se refiere a “cuantos votan” sino también a “quienes votan”. En la democracia que yo defiendo la mayoría importa tanto como la minoría y los individuos valen tanto como las colectividades. La verdadera democracia señor Chávez, aprovecha, glorifica y potencia el valor profundo de las personas y estimula la inteligencia de los pueblos… no al revés. No es constructivo ni correcto disminuir la democracia a la cantidad de manos levantadas en una asamblea, sobre todo cuando la levantan por sumisión o desconocimiento. Aquellas dos o tres personas que no levantan su mano y aquellas dos tres voces que callan detrás de la euforia colectiva, tienen un valor supremo en una democracia verdadera. Yo he pertenecido, señor Chávez, a esa minoría silenciosa que ha visto desde la distancia el interminable espectáculo de la mediocridad política. Me he dedicado a la escritura y a la lectura casi en absoluta soledad. Mis compatriotas me han visto recorrer las calles de mi país en la faena incierta de vender mis libros de mano en mano sin jamás inmiscuirme en política.

También recorro todas las llanuras amarillas de mi querida Honduras llevando mis comedias en dos vehículos atestados de aparatos y bastidores de teatro ambulatorio. Cómo ve, no pertenezco a los “grupos de poder” ni a los “poderes fácticos” que tanto denostaba el señor Zelaya. Soy simplemente un hombre que tomó la firme e irrevocable decisión de no culpar y de no odiar a nadie. La urgente determinación de triplicar mis esfuerzos para alcanzar mis objetivos sin esperar milagros… pero trabajando con fe.

Por esa fe, llegaré algún día a Venezuela para conocer en vivo y a todo color todas las cosas bellas y espléndidas que he leído en los libros sobre ese país maravilloso. Subiré a las alturas del Kerepakupai Meru y dejaré que el rocío de la cascada más alta del mundo limpie mi cara, caminaré descalzo por los cálidos médanos de Coro, recitaré los poemas de Gustavo Pereira en los picos más altos del Monte Roraima, viajaré de Zulia hasta los valles de Mérida oyendo el grito primigenio de los labradores y las gaitas ancestrales de los trovadores, pediré aventón en las carretas que viajan de madrugada, mi iré de Monagas a Sucre siguiendo el resplandor fugaz de las estrellas que mueren en el golfo de Paria y cuando llegue al mar de Miranda me dejaré hipnotizar por la brisa de la bahía…

Sí señor Chávez

Al igual que todos mis compatriotas, yo también podría salir a las calles a lanzarles culpas a los ricos pero en vez de recriminar la riqueza de los demás, construyo la mía con paciencia y no permito que me regalen cosas. Soy parte de una imperceptible cadena productiva dedicada a la cultura y como todo trabajador, disfruto sin jactancia cuando recibo las recompensas de mi labor. No existe salario más dulce que aquel que se amasa con el sudor propio…

Pero a partir del 28 de junio todo cambió, decidí dejar la clandestinidad artística para asumir una posición rotunda con respecto a los acontecimientos políticos de mi nación. No he salido de mi casa señor Chávez para atacar o para embestir intelectualmente a ningún político. No he dejado la cómoda paz de mi hogar – tengo esposa y dos hijos – para sumarse a las insidias de la política mundana. He salido al descampado señor Chávez, para defender algo con las sagradas herramientas de la palabra. Ese algo se llama libertad. Si usted me diera a elegir entre comida, educación y libertad, sin pensarlo dos veces yo elijo la libertad. No la libertad imaginaria y retributiva, sino, la libertad total de pensar, hacer y decir lo que nos venga en gana. La libertad de empobrecer o progresar según el desempeño de cada cual. La libertad de moverse o quedarse quieto. La libertad de abandonar la patria o quedarse en ella. La libertad de trabajar o no hacerlo. La libertad de votar o abstenerse. La libertad de morirse de hambre o morirse de gula… la simple y llana libertad de vivir conforme a cada quien le apetezca siempre y cuando se respete y se cuide el derecho del otro. Sin esa libertad, para mi modesta opinión señor Chávez, ningún sistema político tiene razón de ser…

No sólo yo sino también miles de personas que no tienen posibilidad de argumentar su opinión a través de un manifiesto político, nos opusimos con firmeza a la maniobra gubernamental más audaz y temeraria que se ha intentado en nuestro país. El señor Manuel Zelaya quiso imitar sus procedimientos reformistas sin tener en consideración las circunstancias específicas de Honduras. Olvidando que hay una diferencia evidente entre los procesos políticos que usted ha propulsado en Venezuela y las arbitrariedades “revolucionarias” de un gobierno que ya estaba moral y políticamente desacreditado. Usted tiene todo el derecho a vender su idea Socialista a todos los países del mundo, pero ninguna nación está obligada a decir que sí. El señor Zelaya también podía promocionar esta idea pero fracasó rotundamente por dos razones. Primero, porque en su caso no era una idea propia y segundo, porque la idea se convirtió en imposición desvergonzada. Al final sucedió lo inevitable y fue entonces cuando este servidor se vio en la obligación de enarbolar una causa intelectual al servicio de la verdad y de la realidad a través de un documento simple y sencillo que yo titulé “carta abierta para un país en crisis”… espero lo haya leído…

Desde entonces mi buzón personal se colapsa con cartas de aliento que recibo a diario de sus compatriotas. Me escriben hombres y mujeres de Venezuela que me hablan cosas trágicas de su gobierno. Para casi todos sus compatriotas, Venezuela está viviendo – bajo su jefatura – una de las peores pesadillas gubernamentales de su historia. Más de alguno describe su gestión como algo más amargo que lo vivido en los regímenes de Marcos Pérez Jiménez y Juan Vicente Gómez. Pero yo no soy quien para juzgarlo ni para creer ciegamente todo lo que leo. Yo tan sólo le transmito la angustia y la impotencia que percibo en la mayoría de las voces intelectuales y académicas que ahora sufren la amargura de su gobierno. Oigo las consignas sofocadas de una ironía extrema cuyo blanco es usted. Percibo los ecos furiosos de una clase intelectual y periodística que grita en el desierto mientras usted se ufana de tener un control estricto de las opiniones disidentes…

Señor Chávez ¿qué está haciendo con ese país? ¿Hasta donde piensa llegar? ¿Cómo le hace para crear un estado de repudio, odio y discrepancia en una nación que ha sido preponderantemente donosa y apacible? ¿Qué gana con fustigar sin clemencia a todos aquellos ciudadanos que no comparten su forma de gobierno o su forma de pensar? Un estudio reciente de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) denuncia que usted está creando una diáspora sin precedentes y que más de un millón de venezolanos ya ha abandonado su propia patria para volverse peregrinos del mundo, esta fuga incluye poetas, científicos, profesionales, periodistas, intelectuales y personas comunes que ya perdieron toda esperanza en el porvenir venezolano.

Un señor llamado Gonzalo Bernal – alguien que yo no conozco pero que seguramente usted sí – le confesó estas palabras escalofriantes a una revista internacional “vivía en el país más hermoso, gracioso y maravilloso del mundo. Ahora ha desaparecido la tercera parte de mis amigos, en diez años más Venezuela será un país fatigado”… entonces señor Chávez ¿a qué nivel de angustia quiere llevar un país que a usted le dio todo? ¿Dígame qué tiene usted que no sea un obsequio de Venezuela? Su nombre, su vida, sus luchas, su familia y todo lo que nunca imaginó, se lo ha dado Venezuela ¿Cuándo Venezuela le negó algo? Ni aun en nombre de la mayoría, un gobernante está facultado para suprimir las libertades básicas de ningún individuo porque este individuo es una entidad política que adquiere derechos ciudadanos aun cuando su misma existencia nos parezca peligrosa o indeseable.

Usted no fue elegido presidente de Venezuela para que fomentara innecesariamente los odios clasistas ni para que sembrara discordias estériles. Ya pasamos de la lucha de clases a la lucha de ideas, pero esta lucha se libra con las herramientas más supremas del hombre que son el pensamiento y la libertad de expresarlo. Con todo el respeto que usted se merece, creo que está desperdiciando bastante tiempo y mucho dinero en la construcción de un castillo de arena que al final caerá por cuenta propia. En la medida en que fue perdiendo la confianza y la fe en su propia gente, usted comenzó a edificarse una torre personal de dimensiones babélicas con el propósito de tocar el cielo político a través de un proyecto obsesivo. En la cumbre de su poder y de sus fantasías señor Chávez, usted olvidó las obligaciones y los compromisos con el pueblo que está a sus pies. Bájese de esa nube señor Chávez y vuelva a caminar hombro a hombro con todos los venezolanos. Vuelva a ser aquel hombre sencillo que hablaba de construir una nación próspera, recupere su identidad humana, quítese las corazas y renuncie a los chalecos anti balas. No amenace a nadie, no castigue a nadie, no amordace a nadie. Asegure el futuro de sus hijos permitiendo que todos los venezolanos los miren como compatriotas y no como retoños de enemistad…

No busque el respeto de sus compatriotas a través de los insultos, ni injurie a quienes lo contradicen… mejor gánese la admiración de todos escuchando sus verdades y participando con interés en todos sus sueños y proyectos. Entienda que toda la gente tiene proyectos y que todos los sueños son interesantes en la medida en que representan la callada esperanza de cada cual. Vuélvase un hombre importante antes de que sea demasiado tarde, no precipite la furia de su pueblo ni se ufane de los cercos militares. Sólo tiene que profundizar en las grandezas ocultas y desconocidas de cada venezolano. Cultive la paciencia y acérquese a las naciones amigas con la cautela de un explorador… entonces descubrirá que América Latina sigue siendo un tesoro virgen e inmenso, un continente de cielo infinito en cuyos farallones y ecos retumba todavía la gloria venidera. Vuelva a recorrer Venezuela disculpándose con aquellos que ha herido y abrazando a todos aquellos que ha defraudado.

Llámese al silencio y no se ofusque por aquellas cosas que no puede cambiar con rapidez, no responda todo lo que le preguntan ni diga todo lo que piensa. Recuerde señor Chávez que el lenguaje inmortal de los grandes hombres son sus hechos y las únicas palabras que resisten el paso de los tiempos son las que se labran en el corazón. En mí tiene un amigo sincero y si usted se lo propone todos lo hondureños podríamos ser sus aliados… nuestro lado amistoso de país humilde usted aun no lo conoce. Será cuestión de que usted nos demuestre que puede interactuar con nosotros en un marco de respeto recíproco, mutuo intercambio de ideas, imaginación, altos pensamientos y sueños perdurables que honren la grandeza de nuestros próceres. Yo pienso que usted puede, si lo desea profundamente, reparar los baches y desandar los malos entendidos entre nuestras naciones hermanas. Nosotros no expulsamos al señor Zelaya porque fuera malo o porque fuera bueno; sino señor Chávez, porque Honduras es un país pobre y defectuoso que ya probó de todo. Inclusive aquello que según usted, es una novedad…

Aunque nuestro país no es inmune a las discordias del pasado ni es invulnerable a las venganzas pendientes, en su gran mayoría, los habitantes de Honduras queremos probar otra cosa. Queremos saber qué pasa si lo apostamos todo a la decencia, al esfuerzo, al trabajo, a la inteligencia y naturalmente a la democracia. Queremos desengañarnos por cuenta propia sin recurrir a mesías desconocidos ni a redentores imaginarios. Reivindicamos el derecho supremo y soberano de luchar con el pensamiento propio. Reclamamos la oportunidad de elegir caminos pacíficos para alcanzar metas de nación y estamos listos para afrontar todas las dificultades que conlleva la Lucha de Ideas que es en verdad, la única lucha que importa porque que es la única lucha que está a la altura de los grandes hombres americanos. Al frente de esas luchas yo seré el primero en alistarse… así que, con el rumor más melódico que un poeta pueda esparcir en las palabras, con el perfume más sutil que yo pueda difundir con mis epístolas, le invito señor Chávez a que examine su conducta. Cierre los ojos por un minuto y vuélvalos a abrir: ahí estará la Venezuela que no ha querido ver, la Venezuela de hombres dispuestos y mujeres bellas, la Venezuela que besa los cielos eternos con los picos alpinos, aquella Venezuela que nunca podrá visualizar mientras viva encerrado en una gruta de enemistad que usted se empeña en sostener y alimentar sin necesidad. Usted tiene la opción de elevarse hasta los Andes y derramar bendiciones sobre una nación infinita… o hundirse en los fangos lúgubres de una rabia pesimista y dolorosa que lo llevará, tarde o temprano, a su propia perdición histórica.

Tiene usted la palabra, América Latina espera su respuesta…

César Indiano

Escritor y dramaturgo hondureño.

www.cesarindiano.com

cesarinidiano@yahoo.com

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